jueves, 11 de agosto de 2011

Chocolate

Una de mis grandes pasiones es el chocolate. No es que sea digestivo, precisamente, pero su disfrute bien merece un poco de indigestión. En el congreso de 2011 de la European Society of Cardiology (ESC), una comunicación de unos investigadores Británicos, más fiables generalmente que las fuentes francesas que son únicos publicando sus maravillosos resultados que luego nadie puede contrastar, informó que, los individuos que toman más cantidad de chocolate tienen un 37% menos de riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y un 29% menos de tener un ictus, en relación a los que toman menor cantidad de este y a los que no lo consumen. Dentro de unos días me iré a Suiza, donde, por supuesto, ya pueden ir haciendo acopio extra algunas de mis bombonerías favoritas, ya que hace mucho que no voy, así que he ido haciendo ganas. Pienso volver de mis vacaciones con mis factores de riesgo por los suelos. En concreto voy a dedicarme a asaltar La Bonbonnière, en la Rue du Rive, 11, enfrente de la Fnac, donde tienen unas trufas y unos pavées (adoquines de chocolate, típicos de allí) insuperables y Micheli's (en el chaflán de la Rue Micheli-du-Crest 1 (1205 Geneva Tel. +41 22 329 90 06) con el Boulevard de Philosophes) que hace unas almendras cubiertas de chocolate buenísimas, además de bombones de mazapán amarguito, tanto de almendra como de pistacho y de nuez, cubiertos de chocolate negro y, también tiene unos, con un toque de canela, impresionantes. Tengo que ir a conocer la de Philippe Pascoët en la zona de Carouge, que ostenta, ni más ni menos, que el título de la "Mejor Chocolatería de Ginebra" otorgado por la ciudad durante varios años seguidos, pero en esa el chocolate es más un arte que una profesión y, con ese temperamento artístico nunca se sabe si el dueño va a estar inspirado y abrirá, o habrá que probar otro día. Claro que, si es una obra de arte, habrá que insistir como ocurre con los buenos museos. En Madrid, posiblemente mis favoritos sean los bombones de licor de Santa, aunque también me gustan sus rocas de almendras enteras (una bomba, pero tan buena que merece la pena el riesgo). Por lo demás, suelo comprar tabletas de chocolate, por supuesto que negro, y he debido probar todas las marcas del club del Gourmet, además de las de Sampaka, chocolate factory, Alma de Cacao, etc. Del club del gourmet me gustan El Barco (de Ávila, el negro 70% de almendras es una pasada), Varlhona (tienen un ecológico buenísimo), Godiva (con su 72% la boca se llena de chocolate. Lástima que el 85% no lo tengan en tabletas y haya que comprar el surtido de cuadrados negros), New Tree también es muy bueno y era estupendo el de una marca italiana que tenían con el 80% y que ahora sólo hay hasta el 60 y, por desgracia, no es igual (Menichetti o algo así se llamaba). Del Sampaka no hay nada como los de las cajas blancas de La Joya y Choconousco (seguro que está mal escrito), y también el cacao en polvo puro desgrasado está de muerte (y curiosamente me gusta más que el sin desgrasar). Alma de Cacao tiene un 85% muy rico y unas almendras cubiertas de chocolate negro casi comparables a las de Micheli's. Como no siempre se puede ir a Ginebra a por estas últimas, ya van bien como sucedáneo. Por supuesto el chocolate Valor o el de Lindt están también muy ricos, y no requieren una expedición para ir a buscarlos. Pero la aventura del viaje también tiene su atractivo. En otro tipo de modalidades de preparación, el mejor helado de chocolate de Madrid, y también el de yogur, lo tienen en Alboraya, en la C/ Alcalá a la salida de la estación de metro de Ppe de Vergara. Son mis sabores favoritos y no siempre los tienen buenos. Es una pena que en muchos sitios el helado de chocolate sepa más a azúcar que a cacao, pero aquí no pasa eso. Han puesto yogur helado en Madrid, pero me han pillado después de probar el de Pinocchio en Linares y las de aquí no le llegan ni a la suela del zapato. Así que tendré que bajar a tomar helado de yogur en condiciones, porque en Alboraya el de chocolate está tan bueno que soy incapaz de cambiarlo por el otro. En Oriol Balaguer tienen unas cajas de trufas heladas negras negrísimas de las que hay que deshacer en la boca al tiempo que cierras los ojos mientras te transformas en chocolate. También tienen algunas tartas de texturas combinadas, pero resultan un poco pesadas. En ese aspecto, me gusta más la tarta Azabache del Pomme Sucrée, en la C/ Barquillo. Las de uno y otro sitio son parecidas de aspecto, pero esta última no se hace pesada. Además, ¡el sitio es tan bonito! Por supuesto, la tarta Caracas de Griottin, con su capa de cacao por encima de la mousse, es casi tan recomendable como la del Pomme Sucrée. En cuestión postres en restaurantes, a veces me da mucha rabia cuando sus postres de chocolate son de "chocolate blanco". Para empezar, eso no es chocolate, sino un invento inmundo más parecido a la leche condensada que a otra cosa. Menos mal que César, en el Antojo, tiene el Bombón de Haba Tonka, para el que siempre hay un hueco. Si además, previamente, en la carta había Kubak de langosta, la comida es, en ese caso, insuperable. No hay un Kubak como el suyo. También en el Boccondivino (que desgraciadamente ha cerrado) tenían una mousse de chocolate negro con unas frambuesas (que no molestaban como suele ocurrir), que es para enviciarse. Puede seguir a su tartar de buey o atún o al ceviche, o a los garbanzos con bogavante. En cualquier caso, en cuanto empecemos las vacaciones, esas que no parecen llegar nunca, vamos a tener que hacer una escapada para celebrarlo. O si no, a Linares, sin fallar en Los Sentidos, que debe ser el único sitio donde no echo de menos el chocolate en el postre, porque tienen las mejores natillas del mundo.

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